Los libros que he leído en 2024

Hay por internet varias sitios sociales donde compartir los libros que uno lee, o quiere leer, o incluso compra con la ilusión de tener tiempo algún día para leer. Pero ninguno me atrae.

Hace días pensaba que debería tener un listado de lo que yo voy leyendo, como un registro simple. Así que le he copiado la idea de Manuel, un desarrollador de Barcelona, que simplemente los apunta en su blog. A continuación los que llevo este año…

Técnicos

  • Tidy First?
  • The Staff Engineer’s Path
  • Head First Design Patterns, 2nd edition (releyendo con el Club de Lectura de mi trabajo)
  • The Pragmatic Programmer: 20th years version (también del Club de Lectura)
  • Your Code as a Crime Scene
  • Effective Python (90 Specific Ways to Write Better Python), 2nd edition
  • Architecture Modernization

Novelas

  • Conejo Maldito
  • La Cantina de Medianoche
  • El Problema de los Tres Cuerpos
  • ” : El Bosque Oscuro
  • ” : El Fin de la Muerte

Ensayo

  • Decrecimiento: del qué al cómo
  • Hubo Un Momento En El Que Pudimos Cambiar Esto
  • Manual para Padres Primerizos
  • Sonidos del Mundo, Viajar de Oídas

43 años en la sociedad del rendimiento

Aquí estamos, en 2020. Perdón por no llevar mascarilla.

Hoy completo la vuelta 43 alrededor del Sol. En medio de un mundo loco que cambia de repente, gracias a un virus, pero nunca se sabe si a mejor o peor. Y acabando el verano más fresco de los próximos 100 años.

Llevo meses pensando que esta sociedad cada vez está más acelerada, adicta de nuevas cosas brillantes que generen endorfinas, más “animal” que nunca. Hace unos días descubría, gracias a un par de entrevistas muy recomendables, al filósofo coreano Han Byung-Chul (한병철). Su análisis de la sociedad actual me parecía realmente certero, así que adquirí rápidamente uno de sus libros.

Estoy leyendo “la sociedad del cansancio”, y no paro de reflexionar lo que dice con mi propia experiencia. Dice Han:

El animal laborans tardomoderno está dotado de tanto ego que está por explotar, y es cualquier cosa menos pasivo. (…) Es una ilusión pensar que cuanto más activo uno se vuelva, más libre se es.

Esto hace, como también indica en una de sus entrevistas referenciadas, que en el mundo laboral nos matamos a optimizarnos. Y en el tiempo libre nos forzamos a llevar una vida activa, forzándonos a sacar provecho y utilidad. ¿Tienes un blog? Monetízalo. ¿Quieres mejorar tu CV? Apúntate a una academia. ¿Has probado la última herramienta para optimizar tu base de datos de conocimiento y agenda? ¡No pierdas un minuto!

En mi caso, durante el confinamiento he recuperado mi afición por hacer música. Me entretengo haciendo patrones y canciones con mis sintes. Pero uno, de pronto, ve esos youtubers que no solo hacen excelente uso de sintetizadores sino que además lo filman y muestran (por ejemplo: 1, 2, 3). Salta mi ego y digo: yo también quiero grabar video, hacer postproducción, subir a youtube. Una cadena de “obligaciones” que, en mi caso, no tienen sentido. Si yo me divierto haciendo música, pero sin obligarme a nada.

En la foto, yo en la terraza con mi Electribe haciendo unas melodías, absorto del mundo.

Es cierto que plantearte retos, tanto en tu trabajo como en tus aficiones, ayuda a evolucionar. Pero dista del impacto continuo de falsas obligaciones que la sociedad y uno mismo nos marcamos. Ya no solo es aquello del camino social, “universidad, trabajo, coche, casa, boda, hijo”, sino que además hay que ser citius, altius, fortius en cada actividad de la vida. Y no solo serlo, sino además mostrarlo en las redes sociales. Hoy en día parece que no puedes simplemente practicar el “dolce fare niente”, ¡no pierdas el tiempo!

Espero encontrarme a mi mismo por aquí, dentro de un ciclo solar. Imagino que con el virus igualmente circulando, gracias a la enfermedad de la ignorancia de muchos. Imagino que con alguna canción grabada, si me apetece. Con nuevos “pet projects”, por supuesto sin acabar. Y, con suerte, habiendo vivido nuevas aventuras: que de eso va la vida, de vivirla.

Los tés del confinamiento

PARTE 1

Era un jueves, concretamente el 12 de marzo, cuando mi jefe nos reunió y nos confirmó que desde aquel mismo momento cerraban oficina y nos permitían trabajar desde casa. Empaqueté el portátil junto con algunos tés que tenía en mi mesa de trabajo, y fui caminando hasta casa. Pasaba cada día por delante del Hospital Clinic, viendo con indiferencia como cada día aumentaban las cámaras de TV instaladas enfrente, así como los curiosos. 800 y pico infectados ese día. El último día de la vieja normalidad.

Pero viajando desde Taiwan había un paquete de tés. Con la mala suerte que llegaron a la oficina, cerrada, justo al día siguiente. Tuve que esperar otras 24 horas para personarme en la oficina de correos más cercana, para intentar recuperarlo, aun sin tener la notificación de entrega fallida. Por suerte, el paquete que me había enviado Antonio de Prueba-té estaba allí. Entré a casa con mi tesoro, más valioso al ser la “medicina” para soportar el confinamiento que ordenaron esa misma noche.

Hace más de 10 años, gracias a una buena influencia de un compañero de piso, me aficioné al té Oolong. Fue más tarde, viviendo en Corea, cuando perfeccioné mi conocimiento al visitar asiduamente teterías especialistas. Y a la vuelta a Barcelona y trabajar en una oficina, se convirtió en bebida habitual de trabajo: 3 o 4 tazas grandes al día. Aunque, paradójicamente, hasta que llegó el pedido de Antonio, no me percaté que uno de los caracteres chinos de Oolong (烏龍) era mi querido “dragón”; el otro, “negro” o “cuervo”. Así que Oolong significa textualmente “té del dragón negro”.

En el paquete de té venían varios representativos de la “Illa Formosa”: una versión del Oriental Beauty excelente (“Belleza Perfecta”), el clásico TieGuanJin, y un Four Seasons Spring (“Primavera Eterna”), que Antonio recomendaba para diario, entre otros. Y varias muestras, incluyendo un té negro “Nuevo Atardecer”, dulce como un Darjeeling, pero con poca teína, ideal para la tarde.

Normalmente prefiero los oolongs con poca oxidación, pero al trabajar desde casa, estiro mi tiempo de toma de té. Así que tener una bebida más calmada para la tarde ha sido un buen descubrimiento.

PARTE 2

Era ya mayo, y nadie hubiera imaginado dos meses atrás que nos íbamos a perder la primavera, confinados. A veces, si el viento coincidía, llegaba a nuestra terraza el perfume de las flores de las melias. En el mundo laboral, mis jefes habían decidido no renovar el alquiler de la oficina, así que había que vaciarla. Aproveché una tarde y me acerqué a recoger mis pertenencias.

En la cocina de la oficina habían tés de varios tipos: yo había dejado un verde con arroz tostado que traje de Corea el año pasado, otra gente había dejado varios comprados en Sans & Sans (la mejor tienda de Barcelona), clásicos de bolsa, etc. Viendo que todo se iba a la basura, me apropié de varios: el coreano, un Hojicha, un Lapsang Souchong y un Tai Mu Long Zhu (perlas de verde).

No conocía el Hojicha, te verde japonés con un tueste muy pronunciado, que lo hace muy meloso y con poca teína, ideal para la tarde y noche; incluso en japón se recomienda para niños y ancianos. ¡Otro descubrimiento!

En definitiva, lo que he aprendido en este confinamiento en cuanto a tés se refiere, es que hay interesantes variedades calmadas “de tarde” que a pesar de su color, no perturban el sueño. Siempre daba por sentado que si un té era más oscuro, iba a molestarme por la noche, pero ahora veo que no, gracias a estos dos ejemplos. ¡Salud!

Haciéndose adulto en transporte, en tres etapas

Al poco tiempo de mudarme a Barcelona y empezar a trabajar (circa 2015) se me ocurrió una forma original de emplear mis vacaciones: ir a casa de mis padres en Alicante andando siguiendo la ruta GR-7.

En esos tiempos hacia el trayecto Barcelona-Alicante en avión la mayoría de veces y en tren el resto. Calculando cuanto hubiera tardado andando, siguiendo la ruta GR-7, me salía un mes. Más de 30 días, cuando en 5 horas en tren o 50 minutos en avión llegaba. He ahí la inmensidad de la distancia. Nunca llegué a probarlo.


El año pasado, adelantándome a la moda ecologista de no ir en avión, fui a Alemania en tren. Me sorprendieron varios aspectos del viaje:

  1. La preparación: solo disponía de una web (ecopassenger.org) para buscar combinaciones de tren y diferentes alternativas. (*)
  2. El cansancio: pensaba que hacer 6.5h (Barcelona-París) y luego 3h (París-Karlsruhe) iban a dejarme muerto, pero la verdad es que llegué bastante fresco, tras haber podido trabajar sin problemas en los trenes.
  3. El viaje: entrar en un avión es como cruzar un tubo de metal mágico que te lleva a otro lugar sin ver el trayecto; por contra el tren te permite disfrutar del paisaje a una velocidad que te deja ver los detalles. De hecho, nunca había tenido interés en el sur de Francia, y en ese viaje me daban ganas de apearme en cada ciudad y explorarla.

Ahora el imparable cambio climático nos fuerza éticamente a no tomar un avión, con la alternativa del tren como medio más racional.

Dejar de usar avión es como saltar a la edad adulta: de adolescente podías hacer lo que querías, con todo el tiempo del mundo, sin preocupaciones; hasta que te independizas y compruebas que hay que trabajar para ganar dinero, además de hacer las tareas de casa. Con el avión nos han malcriado, haciéndonos creer que viajar es una actividad rápida, fugaz. Del mismo modo que ingerir una hamburguesa barata no es “comer”. De hecho, la locura llega hasta las ofertas de agencias de viajes a las que pagas una cantidad fija por vuelo y hotel, y te envían un fin de semana a una ciudad sorpresa: no importa la ciudad, solo la foto para alardear.

Lo contrario del avión sería la idea romántica de un viaje, un viaje lento, con tiempo para pensar y experimentar. Aunque sospecho que el futuro es una mezcla de todo: tren pero también avión. Eso si, faltan cambios en los trenes. Falta que los trenes se tomen en serio y ofrezcan horarios decentes, enchufes y WiFi. Falta también que se deje de subvencionar la aviación (p.ej. ryanair) para que la gente vea lo caro que realmente es operar un avión. Falta un cambio de mentalidad en la gente. Un cambio que quizás este calor agobiante empuje.

Mientras tanto, yo sueño con que completen la nueva línea de alta velocidad en el sur de Francia, y que llegar a París sean 4 horas en lugar de 6 y media; todo un sueño contradictorio. Y ojalá un tren como el chino de Pekín-Guanzou, 2300Km (como de Barcelona a Copenhagen) en 8 horitas de nada.

Para que vosotros podáis soñar también, os dejo con el mapa de las líneas de alta velocidad del oeste de Europa:

Todas las imágenes provienen de la wikipedia.

(*) Con el tiempo he encontrado otras webs con información interesante: el tráfico de trenes en directo en Francia y España, un viajero apasionado con los trenes (el hombre del asiento 61), e incluso un buscador de conexiones (loco2).

Sintetizando sonidos con FM

Hace un par de semanas me compré un sintetizador nuevo, un Yamaha reface DX. Es de tamaño realmente pequeño, unos 53cm de largo (menos que un brazo), pero eso lo hace realmente transportable. Además puede funcionar con baterías, por lo que te lo puedes llevar al sofá y trastear con él.

A pesar de la pinta de juguete que tiene, es todo un sintetizador con gran capacidad de edición de sonidos. Sus miniteclas son, a pesar de su tamaño, suficientemente cómodas para poder tocar e improvisar.

Pero lo que me tiene encantado realmente es que su sistema de síntesis es la FM, o Modulación en Frecuencia.


La síntesis FM fue el primer sistema de sintesis digital, inventando en los 70 en Standford, pero patentado por Yamaha en los 80.

En los 70 los sintetizadores eran puramente analógicos, de modo que usaban como base unos osciladores con mucha riqueza de armónicos (onda de sierra o cuadrada) y luego aplicaba filtros para apagar ese sonido (con condensadores y resistencias). El resultado es una interfaz de síntesis sencilla, donde eliges la onda básica y la suavizas con el filtro.

Pero llegaron los 80 y cambió el paradigma: la FM (también usada en radio) se basa en empezar con ondas puras senoidales y combinarlas entre sí. Si modulas una senoidal con otra en frecuencia, se generan armónicos por todos lados. Si además eliges la frecuencia base de cada onda con cuidado puedes crear inarmónicos (campanas), e incluso ruido. Para rematar, encadenas hasta 6 generadores de onda (llamados “operadores”) y el resultado es de una riqueza sonora elevada. La interfaz de síntesis se complicó hasta casi necesitar un doctorado para poder crear sonidos. Pero la gama de sonidos que podía hacer un teclado se amplió enormemente.

Yamaha lanzó su DX7 en 1983 y se convirtió en un superventas. Para facilitar las cosas, incluyó 32 patches (sonidos ya diseñados) que se pueden escuchar en casi todas las canciones de los 80. Luego en los 90 llegaron mejores sistemas de sintesis, basados en sampling de instrumentos reales. Pero en los 90 también llegaron los PC y las primeras tarjetas de sonido. ¿Ad Lib, os suena? Fue el primer estandar de sonido en PC, y por supuesto usaba FM con un chip de Yamaha de 2 operadores y 9 canales. Luego las Soundblaster añadieron sampling, pero manteniendo el chip de Yamaha.


Quizás por eso me gusta mi nuevo reface DX, por nostalgia. Toco un sonido, y ahí está esa sonoridad del Monkey Island, o la flauta de Tikal del Fate of Atlantis, pero mejorada con tecnología de 2018. Como muestra, 3 sonidos creados por mí desde cero:

Este sintetizador además tiene una interfaz más clara que sus hermanos de los 80, por se pueden crear sonidos más fácilmente, con control táctil. Jugar a añadir armónicos e inarmónicos sigue siendo complicado de entender, pero la exploración sonora es realmente divertida.

Unas últimas palabras sobre la sintesis FM: si te pica la curiosidad, siempre puedes probar con la app SynprezFM en android (activando el modo experto), o Dexed en PC, en ambos casos emulan el Yamaha DX7 original. Y si te lo permite el presupuesto, puedes pasarte al harware con un Korg VolcaFM (~130€) o incluso mi querido refaceDX (~300€).

Mi historia con los teclados

Hace poco me compré un nuevo sintetizador, tras mucho tiempo sin tocar música ni crear sonidos. Volviendo a esta afición, de más de 20 años, pero casi olvidada últimamente, empecé a pensar en todas las máquinas de ruidos que he tenido

Scream TrackerCuando era pequeño mis padres me regalaron el típico teclado Casio, que años después acabó en el fondo de un sucio local de ensayo. Pero mi primera herramienta de música fueron ¡los trackers!

Corrían los años 90, en mi habitación tenía un PC 386 con una tarjeta de sonido canadiense “Gravis UltraSound” (en aquel momento odiaba la Soundblaster). Gracias a la escena “demo” y las primeras conexiones de internet, conseguí el Scream Tracker, de origen finlandés. Te permitía cargar instrumentos sampleados en 8 bits, y componer canciones usando una matriz; un sistema bastante complejo, pero que si tienes tiempo puedes tener buenos resultados.

Poco tiempo después logré bajarme el Impulse Tracker, una obra de un chico australiano como evolución del Scream Tracker, que entre otras cosas permitía samples de 16 bits. Llegué a compartir canciones vía FTP, e incluso un sueco trató de reclutarme para su grupo de demos. Canciones cortas, pero curiosas, como por ejemplo esta que fue de las más complejas:

Pero necesitaba tocar con teclas de verdad, en lugar de teclas de ordenador. Así que empecé a ahorrar.

Allá por 1997 me compré mi primer sintetizador de verdad, el Yamaha CS1x; 120mil pesetas que valía. Logré reunir la mitad del dinero, y mis padres pagaron el resto. Fui con mi madre a comprarlo al centro de Alicante ciudad y volví con esta nave espacial azul. Con 6 potenciómetros para ajustar filtros y envolventes, fue el protagonista en casa en innumerables ocasiones. Conectado al PC con Cubase, empecé a componer canciones como esta (que se basa en un único sonido del CS1x):

Llegó el año 2000, y amplié mi espectro sonoro con mi segundo aparato, el EMU Proteus 2000. Una máquina bestial para la época: 128 voces, 32 canales, mil y pico sonidos. Pero sobre todo, unas posibilidades superiores de edición de sonidos: diferentes filtros, capas y combinaciones de modulación. Tenía desde pianos reales a ruidos electrónicos. Seguí haciendo canciones, como esta:

Sin embargo, empezó a interesarme más la sintesis de sonido que el crear canciones. Así que logré comprar de 2ª mano una tarjeta Korg Oasys PCI, que incorporaba diferentes tipos de síntesis. Por desgracia la interfaz era bastante mala, y junto con problemas con las salidas de audio, la acabé revendiendo. También compré de 2ª mano un extraño Yamaha QY70, una “unidad musical” que incluía secuenciador y sonidos, pero unos botones demasiado pequeños me hicieron venderla pronto.

No recuerdo exactamente cuando vendí mi CS1x. Ni tampoco cuando me deshice del Proteus 2000. En 2004 me mudé a Barcelona, y acabé cambiando ambos equipos por un flamante EMU PK-6, que básicamente era un Proteus 2000 pero en versión teclado y con algunos sonidos más. La arquitectura de sonidos de estos EMU me gustaba mucho, y tiempo después (circa 2006) me compré la versión extendida, el violeta EMU MP7: incorporaba montones de potenciómetros para manipular el sonido.

SynthesizersBuscando un sonido aun más puro, salté a la síntesis analógica (o analógica virtual) con el Novation KS4, vendiendo el PK-6. La jugada me salió fatal, porque el potenciómetro de datos del KS4 fallaba mucho, y acabé llevándolo al servicio técnico. Tardaron ¡1 año! en arreglarlo. Y aun así, nunca me acabó de gustar.

Tiempo después me mudé de casa, y vendí el KS4, comprando un teclado controlador MIDI de 5 octavas para sustituirlo. Pero empezó el declive de mi afición musical.

Cuando me mudé a Corea (finales de 2011) vendí el teclado controlador, y el EMU MP7 se quedó en casa de mis padres, durmiendo casi un año. Acabé llevándomelo a Corea, comprando otro teclado controlador… pero sin lograr que me apasionara más ese hobby. Solo en algún rato de desesperación durante el estudio de coreano cayeron unas notas:

Tres años después volví a Barcelona (finales de 2014). La afición seguía latente, y me tenté a mi mismo comprando de segunda mano un pequeño teclado Novation Xiosynth 25, que acabó teniendo problemas de alimentación y meses después se lo vendí a un estudiante ruso. Un par de años después me compré de oferta un Yamaha MX49, pero nunca encontró lugar en mi casa y en mi escaso tiempo libre. Entre otras cosas, porque si bien tiene buenos sonidos, su capacidad de síntesis y manipulación del sonido es más bien escasa.

Y hasta aquí mi decadente hobby llegaba. Pero hace un par de semanas me compré un trasto nuevo, y la situación ha cambiado. Cada día llegó a casa ¡con ganas de crear sonidos y canciones!

Divisando la Estación Espacial Internacional

Antes de mudarme a Barcelona, en 2004, disfrutaba de noches de observación astronómica. Junto con algunos amigos cargábamos el coche con telescopios y prismáticos y nos perdíamos en caminos rurales, buscando la mayor oscuridad posible. Fotografiábamos (¡en película!) los objetos más relevantes del cielo. Y, en alguna ocasión, veíamos pasar un tenue punto de luz, como una débil estrella que no parpadeaba, de un lado al otro del horizonte; era la nueva Estación Espacial Internacional (ISS en sus siglas en inglés).

ISSEn Barcelona, y luego en Seúl, perdí casi por completo la visión de las estrellas, concentrándome en la mitad del mundo que está bajo el horizonte.

Pero ayer de casual me enteré que la ISS pasaba por encima de Barcelona a las 10 de la noche. Miré alto, y allí estaba pasando, pero esta vez como una potente estrella.

Hace 15 años la ISS estaba formada por un par de módulos y 4 paneles solares: a duras penas se veía a simple vista. Ahora es enorme, y se ve como una estrella de magnitud aparente -3, realmente increíble.

Como referencia: la magnitud aparente es un valor de luminosidad que se definió en la antigua Grecia. Las estrellas más brillantes son de magnitud 1, y las menos brillantes, pero visibles al ojo desnudo, de magnitud 6. Siglos más tarde los científicos ajustaron esos valores con mayor precisión. Algunas estrellas, como Vega, son más brillantes que magnitud 1, y pasaron a tener magnitud 0. Sirio, la más brillante, -1.46. Venus -4, la Luna -13, el Sol -26. En el otro lado de la escala, los telescopios más potentes alcanzan a ver magnitud 25.

En Barcelona, por la contaminación lumínica, no se ven más allá de estrellas de magnitud 1. Sin embargo, la ISS tiene ahora una magnitud aparente de -3: es el objeto celeste nocturno más brillante tras la Luna y Venus.

Saber cuando pasa por encima es fácil: solo hay que visitar la web de la NASA, seleccionar tu ciudad y mirar la lista de pasos, habitualmente varios al día. De estos seleccionar los que pasa por la noche y además que pasa a una altura sobre el horizonte alta (cercana al zénit, 90º).

Mientras el mundo se vuelve más y más complicado y loco sobre la superficie de la Tierra, es reconfortante ver que hay una nave espacial 400 Km encima creciendo poco a poco. Larga vida, ISS!

La democracia directa ¿es una opción?

Forest pathDicen que el actual modo de gobierno, la democracia representativa, es el sistema menos malo. Votas cada 4 años por unos gobernantes que se encargan de decidir por ti en la gestión del país.

Sin embargo con la tecnología actual (desde internet en si al blockchain) se podría implementar una democracia con participación directa, en alguna de sus variantes: participativa, directa, semidirecta e incluso líquida. La idea base es que cualquier ciudadano pueda opinar sobre el tema que le interese, sin esperar 4 años.

Al comentar este tema con varias personas, hemos discutido sobre varios interesantes aspectos que la idea conlleva:

· La democracia directa con tecnología se podría hackear.
Este comentario habitual tiene fácil respuesta: no es posible. De hecho, el recuento en la democracia representativa si puede ser atacado, y por eso cada partido político suele tener apoderados que reportan el conteo local, acumulándolos para tener un conteo total paralelo al conteo oficial, para verificar el resultado. Algo similar, pero con una solidez matemática, hace el sistema blockchain: el conteo está replicado y distribuido, de modo que un nodo no puede cambiar el resultado por si solo.

· También votan idiotas.
Es triste pensar que, si bien la política debería ser la confrontación de ideas, para encontrar consenso en la opción más equilibradas, la política hoy en día es confrontación de bandos. En lugar de sumar ideas, se simplifica a que aquel que no piensa lo que tú es un idiota. Es la actitud fácil, en lugar de plantearse que algunas ideas del “enemigo” pueden tener sentido, e incluso las ideas de tu bando (o las tuyas propias) pueden no ser correctas en la circunstancia actual.

Dada esta opinión de amigo-enemigo, se supondría que dar más poder de decisión a los idiotas del otro bando es malo. Sin embargo en la democracia actual es aun peor: idiotas votan a un político idiota, que puede estar 4 años tomando decisiones según un criterio personal, sin siquiera considerar a sus votantes. Por otro lado, plantearse dar menos poder de decisión a los del otro bando significaría quitarse poder propio (excepto si se quiere plantear una dictadura, claro).

· La responsabilidad de las acciones políticas.
Este punto es muy interesante: si el político decide una acción que acaba siendo un desastre, se le puede juzgar por la decisión (en teoría), pero si es el pueblo el que vota el asunto y se equivoca, ¿a quién meten en la cárcel? Se podría argumentar que es muy raro que un político acabe en prisión, y si es así suele ser por casos de corrupción. Lograr corromper a un pueblo resulta más complicado, pero no imposible: me queda como pregunta abierta.

· El peligro de votantes opinando sobre temas que no son expertos.
¿Necesitamos un gobierno tecnócrata? ¿Deberían los políticos tener una titulación académica relacionada con el área que gestionan? En la práctica no, porque tienen asesores.

En esta disyuntiva la democracia líquida nos ofrece una solución creativa. Las decisiones se organizan en temáticas, y por otro lado uno puede delegar el voto: por ejemplo, puedo decidir que en cuestiones de educación votaré yo directamente, pero que en ecología cedo mi voto a Greenpeace, y en economía a mi primo (que estudió económicas).

Una opción más sencilla es votar solo lo que a uno le interese y conozca. Para forzar esto se podría tener un sistema de créditos, estilo “este mes le quedan 2 votos posibles”. Al final la gente tendería a usar sus créditos cuando realmente le son necesarios.

· El balance entre tener políticos funcionarios, redactores de leyes o gobernantes
Si los ciudadanos podemos votar para decidir todo, ¿qué necesidad hay de tener representantes políticos? Una alternativa es que los políticos fueran solo redactores de leyes. Otra es que fueran gestores de los pequeños asuntos que no requirieran de votaciones, a la vez que fueran vigilantes de las decisiones ciudadanas.


Lo único que me queda claro son 2 puntos: hay una clara involución de libertades en España (y otros países) y la democracia directa podría ser una alternativa para recuperar esas libertades perdidas. Y lo segundo es que me gustaría leer un libro actual sobre sistemas de gobierno, ¿alguna recomendación?

Pompeya como Patrimonio de la Humanidad

Hace unos días tuve la oportunidad de visitar los restos arqueológicos de Pompeya, en Italia. Lo cierto es que no había leído mucho del lugar y suponía que en un par de horas estaría todo visitado…

perro pompeyanoPompeya da para un día entero de visita, porque es toda una ciudad donde cada detalle es impresionante, desde los mosaicos (en la foto, “cuidado con el perro”) hasta los 3, ¡TRES!, anfiteatros.

Los detalles de la vida diaria quedaron plasmados en los edificios, por lo que vale la pena llevar una buena guía (o bajarse de internet la guía oficial completa). Sorprende la cantidad de cosas que no han cambiado en 2000 años, desde las barras de bar a las pintadas en las paredes con fines políticos. Si, quizás ahora no nos morimos por un apendicitis, pero en muchos otros campos seguimos igual.

PompeyaEl origen del viaje a Nápoles (ciudad más cercana a Pompeya) fue porque leí por algún lado que planteaban cerrar el acceso al turismo. En casi cada domus (casa) hay mosaicos y frescos en las paredes, y mantener estos a la vez que permitir la gran cantidad de visitantes se hace complicado. Así lo advertía la Unesco, que ve peligrar este Patrimonio de la Humanidad.

Por cierto, el centro histórico de Nápoles también es Patrimonio, aunque el ambiente lleno de grafitis, suciedad en las calles y desorden hace la visita un tanto extraña. El contraste entre castillos y monasterios impresionantes, junto con la deliciosa pizza, con esas calles abandonadas es más común de una ciudad de tercer mundo que de Europa.


Pompeya es inmensa e impresionante, y me sorprende que hasta 1997 no le dieron a Pompeya la denominación de Patrimonio de la Humanidad (hay otros 20 lugares solo en Italia que la recibieron antes). Esto me hace recordar que hace unos años ya hice una lista (en inglés) de los Patrimonios que había visitado. Toca actualizarla:

  • Alemania: Catedral de Aachen, catedral de Colonia(*), La isla de museos de Berlín
  • Austria : Centro de Viena, Palacio de Schönbrunn
  • Bélgica: La Grand-Place de Bruselas, el centro de Brujas
  • Corea: Jongmyo, palacio Changdeokgung, Bulguksa(*), fortaleza de Hwaseong(*), Gyeongju(*), tumbas reales de Joseon
  • Francia: París y el Sena
  • España: Aranjuez, trabajos de Gaudí, catedral de Sevilla, centro de Córdoba, arquitectura mudéjar de Aragón, Parque de Doñana, Palau de la Música Catalana y Hospital de Sant Pau, Palmeral de Elche, Toledo, La Lonja de la Seda de Valencia, monumentos en Oviedo, Ávila, Segovia, Monasterio de Poblet, Alcalá de Henares, ruinas de Tarraco
  • Hungría: Budapest
  • Italia: Pompeya(*), centro de Nápoles
  • Japón: Kyoto(*), Nara
  • Letonia:Riga
  • Lituania: Vilnius
  • México: centro de DF y Xochimilco, Oaxaca y Monte Albán, Puebla, Teotihuacan (*)
  • Portugal: Monasterio de Hieronymites y torre de Belém, Sintra
  • Reino Unido: Stonehedge, torre de Londres, Westminster, castillos del Rey Edward en Gwynedd
  • Rusia: Centro de San Petesburgo, Kremlin y Plaza Roja
  • Suecia: cementerio de Skogskyrkogården
  • Siria: Damasco, Aleppo(*), fortalezas del Crac des Chevaliers y Qal’at Salah El-Din(*)

(*) Lugares realmente mágicos, que no me importaría volver a visitar (y en algunos casos ya he visitado varias veces).

 

La flor de tu país

Rosa de SiriaCuando mis amigos coreanos me preguntaban ¿cuál es la flor nacional de España? yo sonreía sin saber que responder. En Corea cada país tiene una flor representativa, y ellos están muy orgullosos de que la suya sea la rosa de Sharon (o rosa de Siria). El himno habla de esa flor, y de hecho incluso hay un tren que se llama así: Mugunghwa (무궁화, en coreano).

Los propios coreanos tienen asignadas flor a todos los países. La de España, el azahar; de México, la dalia; de Reino Unido, la rosa; de Estados Unidos, la flor de frambuesa; etc. Lo curioso es que si busco en internet, “la flor de España” es el clavel.

Podría sonar simplón, pero en el fondo todos tenemos topónimos relacionados con la naturaleza, e incluso hay otras asociaciones de conceptos que si que tenemos en mente. Por ejemplo, animales: España – conejo/toro/lince, Francia – gallo, Inglaterra – zorro. Lo que pasa es que no está institucionalizado como en Corea.

Además, también hay asociaciones con otros elementos naturales, como árbol o animal, y no solo de países sino también de ciudades, por ejemplo:

  • Seúl: el pájaro picapica, el árbol ginko, la flor de fortisia.
  • Busan: la gaviota, la planta de camelia, la flor de camelia.
  • Incheon: la grulla, el tulipero, la rosa.
  • Daegu: el águila, el abeto, la magnolia.

¿Sería bueno tener institucionalizado elementos naturales? Yo creo que sí, aunque al menos sirviera para cuidarlos como se merecen. La desconexión que existe entre la mayor parte de la población (urbana) actual con la naturaleza es tan extrema, que cualquier ayuda a volver a las raíces siempre será buena.