Recuerdo que en mi niñez mi madre me insistía con “tómate rápido el zumo de naranja, que se van las vitaminas”. Uno de tantos mitos sobre comida de la España de los 80.
Ahora, viviendo en Corea, me encuentro con mitos coreanos sobre comida, que te defienden como verdades sagradas.
El más habitual que se oye es cuando comes samgyeopsal (삼겹살, panceta) a la barbacoa y se tuesta la carne. “No te comas lo quemado, que da cáncer“, dicen. El problema es que a los coreanos les gusta la carne poco hecha, y a mí muy hecha, por lo que me gusta cocerla más. Eso si, de oír tanto este comentario quizás acabe con cáncer en el oído. En algunos restaurantes, el camarero se encarga de cocinar la carne y no es raro ver como corta y tira los trozos más oscuros. Y similar pasa en los puestos de la calle de dakkochi (닭꼬치, pinchos de pollo).
“Comer carne de perro refresca“. La tradición coreana (la “vieja”) dice que era bueno comer sopa de carne de perro, para recuperar energía interna, en los días de más calor. Últimamente la comida revitalizadora es el samgyetang (삼계탕, sopa de pollo con ginseng), como el de la foto. De hecho, la costumbre moderna es comer samgyetang los 3 días de calor del verano. Esos días son lo que en español antiguamente se llamaban las canículas. El gobierno coreano, debido a los juegos olímpicos del 88 y al mundial de futbol de 2002, prohibió la carne de perro (aunque esta ley no se aplica), así que sospecho que la tradición simplemente se actualizó. Eso si, esta sopa de pollo está buena, pero normalmente te la sirven hirviendo, por lo que no refresca especialmente.
Y no solo hay mitos en las comidas típicas coreanas, sino también al comer comida occidental en Corea. El clásico es que “hay que beber cerveza cuando vas a comer pollo frito“. De hecho hasta hay una palabra coreana para definir la actividad: chimek (치맥, unión de pollo y cerveza). Aun recuerdo cuando una amiga se cabreó conmigo cuando cenamos pollo frito y yo no pedí cerveza. Yo desconocía la costumbre y aparte no me gusta la cerveza.
Para combo especial en comida occidental tenemos la pizza con miel. Cuando vas a un restaurante “italiano”, lo habitual es que te sirvan la pizza con un poco de miel al lado. Si discutes, el coreano siempre te dirá “la pizza de gorgonzola siempre va con miel”, como si hubiera nacido en la Toscana. Aunque ese solo es uno de los atropellos que hacen con la cocina italiana: he visto varios tipos de pasta (macarrones y espagueti) en un mismo plato, sumergidos en un océano de salsa blanca.
Corea es un país de contrastes. En algunos restaurantes la higiene es respetada estrictamente, mientras que en otros no existe. He visto de todo, desde neveras de restaurantes colocadas en la calle, a viejas vendiendo pescado y vegetales en el suelo junto a la salida del metro. Así que me sorprendió cuando al llegar al aeropuerto, desde España, me confiscaron un trozo de jamón y otro de lomo ibérico, perfectamente envasados y con los debidos sellos de calidad. “Los cerdos en Europa tienen enfermedades“, me dijeron. Claro, claro…
Ya sé, el último párrafo no viene a cuento. Pero de hecho era el leitmotif de toda esta entrada.
Me voy a comer.
La leyenda que más me mosquea a mí: “la grasa de pato no engorda sino que adelgaza”.
Yo, cosas de la vida, creo que he comido pato solo 2 o 3 veces en Corea… así que no la había oído. Si había oído, sin embargo, la de “come piel (de cerdo, o pollo) porque es bueno para tu piel”.
Pues nada habrá que comerse una sopita de zumo de naranja con torreznos bien negros XD