Llevo años viviendo en el centro de diversas ciudades. Y me sigo preguntando hasta que punto las ciudades del principio del S.XXI están totalmente deshumanizadas. Las ciudades fueron, hace varios siglos, punto de atracción para artistas y simples trabajadores; y lo siguen siendo, pero las adaptaciones que han sufrido para soportar el aluvión de humanos las han hecho tóxicas. O quizás sean los humanos los que somos las toxinas.
EDIFICACION
Un ejemplo es la edificación y remodelación sin lÃmites. Esto en Asia es aun mayor locura. En Seúl no era raro ver como derriban un barrio entero (no un edificio, sino un barrio entero) para construir edificios colmena. La vivienda en una ciudad siempre es un negocio, asà que construir o reformar siempre será rentable.
De hecho, hace poco me enteré que el barrio donde vivà en Seúl en 2014 ha desaparecido totalmente. Cerca de allà habÃa unas vÃas de tren que soterraron hace años (la actual lÃnea de AREX), pero seguÃa siendo un descampado inútil que cruza todo un distrito. Hace un par de años el ayuntamiento por fin decidió hacer un parque-corredor (el Yeontrail) y toda la zona se ha revalorizado como la espuma.
La foto de arriba muestra el descampado (donde una chica se montó una carpa para tocar el piano), mientras que la foto de abajo es el resultado de la remodelación, con su riachuelo. Sin duda apetece ir a ver lo nuevo (salida 3 del metro Hongik), pero oÃr que están tirando barrios enteros por donde continua el parque da que pensar, porque los habitantes originales suelen acabar desplazados (por decirlo de una forma amable).
Pero esto no solo pasa en Seúl. He visto edificaciones de locura en Hong Kong. O remodelaciones sin freno en Barcelona, donde no hace falta más que pasear por la noche del dÃa de “enseres”, donde la gente deja en la calle muebles que aun servirÃan sin problemas.
TRAFICO
El tráfico es un problema de toda ciudad, pero quiero centrarme en el caso del centro de Barcelona.
Cuando se proyectó el Eixample de Barcelona, la expansión de la ciudad del S.XIX, la idea sobre el plano era genial. Amplias calles, grandes manzanas, poca altura de edificios para permitir que la luz llegue a todos lados, y chaflanes para permitir mayor visibilidad.
Del mismo modo, los edificios construidos originalmente poseÃan mucha superficie, con una primera planta regia (donde solÃa vivir el amo del edificio) y luego apartamentos para alquilar en los pisos superiores. Porque la vida se hace en la calle, y jamás tendrÃa sentido que el propietario viviera en el ático.
Sin embargo, es curioso como cambian los usos: ahora son los áticos los más valorados. Porque se trata de huir del ruido, de buscar la luz. Las calles del centro retumban con el tráfico, haciendo difÃcil encontrar la tranquilidad. Calles que antes eran paso de viandantes, ahora monopolizadas por vehÃculos de motor.
Ahora la gente huye de la ciudad. De hecho, conozco a varias personas que se han mudado fuera de la ciudad tras tener el primer hijo. ¿CrÃar a tu retoño entre el caos de la ciudad? Ni loco. Hay planes como el de las “super-illes“, que pretenden pacificar las calles de Barcelona. Y hay quien espera que el futuro de coches eléctricos silenciosos ayude a calmar el ambiente… pero, ¿quién sabe?
Quizás el problema fue cuando se asfaltó todo. Se perdió el contacto con la tierra. Ahora solo algunos afortunados árboles son capaces de tocar tierra auténtica con sus raÃces. Para el resto, nos queda una plataforma de asfalto donde reina el caos, donde naces niños desnaturalizados, donde lo único que cuenta es el beneficio económico.