Hace unas semanas descubrí que el desfile del “Orgullo Gay” de Seúl iba a ser en mi barrio. Fue toda una sorpresa, porque Corea es un país muy tradicional, y si bien no hay ninguna ley prohibiendo la homosexualidad, hay una gran parte de la población que es reticente. Todo un contraste con España, el país con más aceptación del mundo. Aunque a mí me encanten las mujeres, tengo muchos amigos homosexuales y buen conocimiento del tema, así no podía desaprovechar la ocasión de ver que se haría en Seúl.
Y ahí empieza el problema: el ayuntamiento no daba permiso. Cada año el gobierno local se inventa una excusa para que el desfile no tenga lugar. Este año era “aun estamos guardando luto por nuestros muertos”, los muertos del ferry Sewol que se hundió 2 meses atrás. Pero los organizadores decidieron hacer el resto de actividades en la calle peatonal de mi barrio. Una calle, por cierto, que se ha “pacificado” desde que solo permiten el paso de autobuses, y solo en días laborables.
A media mañana ya había un gran ambiente (nunca mejor dicho), con un gran escenario central y puestos de todo tipo, desde marcas de ropa a Google, pasando por la embajada de EEUU. La excepción era en los extremos de la calle: en uno el ayuntamiento había instalado un escenario para hace un concierto por el Sewol, y en la otra punta unos pastores cristianos rezaban con movimientos casi espasmódicos, gritando que volvería Jesucristo e historias similares, dando más bien pena.
Por la tarde se hizo un simulacro de desfile: en una calle lateral los camiones activaron sus equipos de sonido, y la gente se puso a bailar. Mucho iban avanzando por la calle pensando que se hacía desfile, pero al ver que no había desplazamiento acababan bailando de camión a camión. La fiesta duró varias horas, hasta que la policía apareció, pidió repetidamente apagar los equipos de música y dispersarse.
Detalle: en Corea se usa a los jóvenes que están haciendo el servicio militar como refuerzos policiales. Así que ante cualquier manifestación, el centro de Seúl se llena de auténticos batallones de estos jóvenes, simplemente con un chaleco y algunos con escudos. Verlos sin saber esto da una sensación de estado policial total.
Mientras cenaba en casa pude saber que algunos manifestantes habían sido rodeados por la policía. Así que me acerqué a verlo. Es un contraste total con las manifestaciones de España. Allá habían un grupo rodeado de 3 capas de “falsos” policías. Podías acercarte sin problemas a echar un vistazo (en España hubiera recibido un porrazo). Los amigos de los rodeados estaban en las inmediaciones, mirando y esperando (en España ya he hubieran lanzado botellas). Llegó un camión de arrestos, y la gente lloraba pero no movían un dedo. Finalmente llegó la policía auténtica, e hicieron el cambio, quedando un anillo de policías, ¡que miraban hacia dentro! Los batallones de los jóvenes se marchaban rápido, y yo hice una prueba (llamadme loco), interponiéndome sutilmente en su camino, pero todos evitaron el más mínimo roce conmigo.
La sorpresa de la noche vino unos minutos después, cuando me di cuenta que en la calle principal habían decidido empezar el desfile. No sé si sería una iniciativa unilateral, pero de pronto la gente estalló de euforia y todo el mundo se unía. Tomando un carril de una de las avenidas, dimos la vuelta al barrio a paso ligero mientras los vecinos y los conductores cercanos daban muestras de entusiasmo. Al final, algunos policías viendo que el desfile estaba en marcha, ayudaron a redirigir el tráfico. Así que fue un final de liberación, un gran final.
Queer parade in Sinchon, Seoul from Julio Martinez on Vimeo.
Super interesante lo de la policia. Menudo batallón.