Aquí estamos, en 2020. Perdón por no llevar mascarilla.
Hoy completo la vuelta 43 alrededor del Sol. En medio de un mundo loco que cambia de repente, gracias a un virus, pero nunca se sabe si a mejor o peor. Y acabando el verano más fresco de los próximos 100 años.
Llevo meses pensando que esta sociedad cada vez está más acelerada, adicta de nuevas cosas brillantes que generen endorfinas, más “animal” que nunca. Hace unos días descubría, gracias a un par de entrevistas muy recomendables, al filósofo coreano Han Byung-Chul (한병철). Su análisis de la sociedad actual me parecía realmente certero, así que adquirí rápidamente uno de sus libros.
Estoy leyendo “la sociedad del cansancio”, y no paro de reflexionar lo que dice con mi propia experiencia. Dice Han:
El animal laborans tardomoderno está dotado de tanto ego que está por explotar, y es cualquier cosa menos pasivo. (…) Es una ilusión pensar que cuanto más activo uno se vuelva, más libre se es.
Esto hace, como también indica en una de sus entrevistas referenciadas, que en el mundo laboral nos matamos a optimizarnos. Y en el tiempo libre nos forzamos a llevar una vida activa, forzándonos a sacar provecho y utilidad. ¿Tienes un blog? Monetízalo. ¿Quieres mejorar tu CV? Apúntate a una academia. ¿Has probado la última herramienta para optimizar tu base de datos de conocimiento y agenda? ¡No pierdas un minuto!
En mi caso, durante el confinamiento he recuperado mi afición por hacer música. Me entretengo haciendo patrones y canciones con mis sintes. Pero uno, de pronto, ve esos youtubers que no solo hacen excelente uso de sintetizadores sino que además lo filman y muestran (por ejemplo: 1, 2, 3). Salta mi ego y digo: yo también quiero grabar video, hacer postproducción, subir a youtube. Una cadena de “obligaciones” que, en mi caso, no tienen sentido. Si yo me divierto haciendo música, pero sin obligarme a nada.
En la foto, yo en la terraza con mi Electribe haciendo unas melodías, absorto del mundo.
Es cierto que plantearte retos, tanto en tu trabajo como en tus aficiones, ayuda a evolucionar. Pero dista del impacto continuo de falsas obligaciones que la sociedad y uno mismo nos marcamos. Ya no solo es aquello del camino social, “universidad, trabajo, coche, casa, boda, hijo”, sino que además hay que ser citius, altius, fortius en cada actividad de la vida. Y no solo serlo, sino además mostrarlo en las redes sociales. Hoy en día parece que no puedes simplemente practicar el “dolce fare niente”, ¡no pierdas el tiempo!
Espero encontrarme a mi mismo por aquí, dentro de un ciclo solar. Imagino que con el virus igualmente circulando, gracias a la enfermedad de la ignorancia de muchos. Imagino que con alguna canción grabada, si me apetece. Con nuevos “pet projects”, por supuesto sin acabar. Y, con suerte, habiendo vivido nuevas aventuras: que de eso va la vida, de vivirla.